Le encantaba bajarse películas mexicanas. El acento la reconfortaba, la atraía. Además, ese mundo tan diferente al suyo y al que tan unida se sentía le descubría que sabía algo más que el resto.
- ¡Qué pasa güey!, exclamaba a alguna amistad esperando complicidad y sonrisa.
Sin embargo, nadie tomaba muy en cuenta sus comentarios y análisis de esas películas mexicanas.
- En otras épocas tendríamos que habernos trasladado a México para ver películas como éstas. Por qué no nos pegamos unas buenas sesiones de este cine los fines de semana por las tardes y cuando terminemos pasamos a las peruanas y chilenas: ‘La buena vida’ o ‘Pantaleón y las visitadoras’.
No sabía por qué, pero encontraba más silencios o respuestas esquivas que otra cosa. Por lo que las veía en solitario, comiendo palomitas con azúcar y bebiendo una cerveza bien fresca.
Al final se dio cuenta que el cine, como la vida misma, se ve y se vive en solitario. El buen cine enriquece almas abiertas y reflexivas, sin prejuicios. Además, así a nadie le molesta el ruido de tu masticar y el sorber la espumita blanca de una bebida fresca.
Siguió bajándose películas latinoamericanas con el Ares. Y ahora, a toda prisa antes de que la Sinde la detuviera.
Es señorita Salii!!!! :) Qué buena foto!
ResponderEliminarYo también creo que las buenas películas se deben ver en solitario. A veces una mala compañía te la amarga y por muy buena que sea la recuerdas para siempre como horrorosa...
Jan.