sábado, 17 de marzo de 2012

EL TIEMPO Y LA LIBERTAD

Si pensamos que la vida se resume en nacer, crecer, reproducirse (a veces) y morir, llegamos a la conclusión de que complicarse la misma, que complicarse este proceso natural y divino es una completa estupidez. ¡Tantas veces el tiempo, las horas, los minutos y segundos que pasan se convierten en nuestros enemigos!
Anoche vi una película llamada Blackthorne. Se desarrolla en Bolivia y sus altiplanos. Pensé en la libertad que da observar esos paisajes que se muestran a través de una bellísima fotografía. Pensé en la libertad que se experimenta en un lugar donde el tiempo no es el mismo. Allí no sirven nuestros relojes, pues son tiranos. El tiempo es más lento, más justo y sereno. El reloj de bolsillo no marca las mismas horas, quizá porque el espacio tampoco es el mismo, quizá porque la sabiduría es mayor. Mayor en el sentido de la quietud de sus gentes, del hablar pausado, de la musicalidad de su acento.
Desde mi infancia recuerdo disfrutar más de la lentitud que de las carreras. Quería llegar primera, pero el andar lento nunca me disgustó, el dejarme llevar por tardes de total vagabundanje lleno de observancia me deleitaba. Es a través de la mirada lenta cuando se descubren espacios, lugares, imágenes, silencios e incluso tiempos que otros no ven. Eso es libertad.
Desde mi infancia recuerdo  disfrutar de la lentitud, del comer despacio para que lo rico me durara más, para que los sabores perduraran en el paladar. Lentamente.
De adulta pienso en algo tan sutil y delicado, donde debemos poner en alerta máxima todos nuestros sentidos, como una cata de vino. ¿Nos podemos imaginar a la catadora de un buen merlot crianza tragando vino como lo hacen esos ridículos comedores de perritos en el menor tiempo posible?
Es aquí donde el tiempo demuestra que es más elegante lento que atropellado. Cuando todo pasa demasiado rápido, tan rápido lo olvidamos. El sabor en el paladar queda, el olor a frutos rojos del bosque permanece como en una mismísima barrica de roble si nos tomamos los momentos con calma.
Si nos tomamos la vida con calma seremos libres y la partida será más larga porque el tiempo, hasta que se nos acaba, es nuestro. Sin embargo, no lo podemos burlar.

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