Recuerdo que en mi adolescencia admiraba a Arturo Pérez-Reverte. Me parecía un reportero valiente, intrépido y asombrosamente osado. En concreto, en esos momentos en los que aparecía atrincherado, micrófono en mano, en la guerra de Bosnia mientras silbaban las balas asesinas de un lado a otro y estallaban masacradoras bombas a su alrededor. ¡Se jugaba la vida en pleno campo de batalla! Encima, tenía su particular estilo: daba la sensación que ni se le ensuciaban esas enormes gafas a lo Un, dos, tres cada vez que aparecía en el telediario dando el parte de guerra en directo.
¿Y ahora? Después de tantos años, es un escritor consagrado, muy muy premiado; un machote valiente que ocupa un sillón en la Anciana Real Academia Española de la Lengua y que poco a poco ha ido perdiendo toda mi admiración. La sabiduría popular dice que 'por la boca muere el pez'.
Y es que no es lo mismo que Pérez-Reverte retransmita una guerra cual Gustavo, el reportero, a que se haya convertido en el escritor más dicharachero y desagradable de nuestro barrio.
El twitter lo delata como provocador e insolente. Me parece grosero e irrespetuoso (¿osa él meterse y despreciar a los concursantes de Gran Hermano?). Sin embargo, nuestro escribano sigue vendiendo millones de libros. ¿Lo ayuda la provocación?¿Es una estrategia de márketing y publicidad?
Y yo,que soy tonta, por no tener prejuicios me leí hace poco 'El capitán Alatriste'. Me gustó.
- Dinámico, histórico, interesante, entretenido.
- Perfecto para mis chicos de 4º ESO, pensé.
Me equivoqué. No ha habido practicamente ninguno al que le haya gustado. Me lo han dejado por escrito.
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