sábado, 19 de marzo de 2011

PARA PAPÁ

¿Por qué no me recitaste ese poema

que después de cuarenta años
me recitas vía telefónica?

¿Por qué no me enseñaste a sacar
esa manzana chilena del árbol,
con Gabriela soplando vientos
a esas ramas torcidas a las
que, aunque tantas veces taladas,
les retoñan frutos
jugosos, maduros y frescos.

Ahora sé
que Gabriela puede soplar vientos:
de tramontana y alisios,
sobre todo.

Esto me lo ha enseñado la vida.

Sé que tú me trajiste aquí,
pero,¿por qué no me enseñaste ese poema,
¡tan fresco!,
de manzanas rojas chilenas,
recién cogidas del árbol,
recién caídas en mis manos?
Ahora me las has descubierto.

¿Por qué me escondiste tantos poemas?
¿No sabías, acaso,
que yo, sí o sí,
tarde o temprano,
te iba a descubrir
recitándome viejos poemas
de memoria,
de Gabriela,
inspirado por los soplos mistrales,
ayudado por los alisios fugaces?
Después de cuarenta años
sigo esperando más poemas,
tus recitales vía láctea,
cuando las constelaciones
y la luna llena
así lo establezcan.

¡Inspírate en ese libro añejo
de viajes y de soles de antaño
de puntas arrugadas mientras
cantábamos con los Beatles,
bailaba el motor rojo
del Ford y lúchabamos
por el asiento a tu lado!

Tu hija,
después de cuarenta años,
ayudada por
partículas de aires en movimiento,
Sigue esperando tus poemas,
atenta,
vía láctea o vía telefónica,
para engañar sus tormentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario